martes, 24 de junio de 2008

ECOS DESDE LA ECONOMIA

Las tendencias en economía suelen tener dos componentes que cuando se juntan provocan una especie de bola de nieve que difícilmente se puede parar. Uno tiene que ver con el comportamiento de las fuerzas del mercado y el otro con las percepciones de los agentes económicos, que son de naturaleza evidentemente subjetiva. Estas son las directrices que se advierten ahora que está en boga la escasez de alimentos y con ello el incremento en el precio de los mismos.
En un estudio reciente de Banamex se observa que el precio de la tortilla de maíz en algunos lugares del país se vende hasta en 11.50 pesos, muy por encima del promedio nacional que es de 8.27 pesos. Es el caso de algunas tortillerías de Hermosillo, por ejemplo.
Lo anterior no es un hecho aislado, ya que el alza no recae únicamente en el alimento básico de los mexicanos. Información oficial señala que un conjunto de 42 productos básicos que incluye alimentos, bebidas, e implementos para limpieza e higiene registraron aumentos en sus precios de 47 por ciento, entre diciembre de 2006 y mayo de 2008.
Un aspecto interesante es la enorme diferencia entre los precios de centrales de abasto (mercados) y las cadenas de supermercados. Según el estudio aludido, en la última semana de mayo, los precios del maíz blanco, fríjol, zanahoria y pollo en la Central de Abasto de la capital de la república se cotizaron en 3.40, 7.60, 2.86 y 7.60 pesos por kilogramo, mientras que en las tiendas de autoservicio se vendieron en 16.69, 18.00, 9.99 y 26.0 pesos por kilogramo.
¿A qué se debe el incremento de los precios? Por ahora, algunas razones se asocian con la presunta escasez de algunos de ellos, otras con el intermedialismo que separa al productor del campo con los oferentes de la ciudad y una más con las expectativas que los proveedores se han creado respecto al probable comportamiento del mercado. En esencia la proyección de principios de año en el sentido de que los precios durante el 2008 sólo subirían un 3 por ciento fue, o bien un error de calculo o bien quererle tomar el pelo a la población.
La prueba de que las cosas andaban mal desde principios de año, es la medida anunciada hace unos días por el gobierno federal en el sentido de “congelar” precios de supuestamente 150 alimentos, de los que consumen los albañiles, dijo Felipe Calderón, en una frase desafortunada.
Los productos “congelados” tienen una serie de particularidades. No son aquellos que por sus características nutricionales, deba de consumir cualquier ser humano. Más bien parecen ser aquellos que guardados en los anaqueles de los supermercados, ahora encuentran la oportunidad de promocionarlos como “baratos” y accesibles al público. Justo cuando acaba de comenzar una campaña para reducir la obesidad de los mexicanos ( segundo país del mundo por la cantidad de obesos), el gobierno anuncia en alianza con la Confederación de Cámaras Industriales de México (Concamin) el “fácil” acceso a mercancías chatarra.
Los productos que “consumen los albañiles” de los 150 que contempla la lista son entre otros estos: 28 bebidas de distinto tipo con altos contenidos de calóricos; 16 sabores distintos de te; y 10 tipos de jugos de verduras que contienen chile y limón. Lo anterior, ya suma 54 productos de la lista (36 por ciento de bebidas con azucares y saborizantes y ácidos). Habría que añadir chile jalapeño, salsas picantes, café soluble. Acaso de la lista se salva el atún y la sardina reconocidos por su contenido nutricional.
En la lógica de que los precios efectivamente se mantengan “congelados” se anunció también que La Procuraduría Federal del Consumidos (Profeco) se mantendrá vigilante de que esos precios no suban. Pero de no hacerlo, no se anuncia sanción alguna.
La medida anterior parecería ser el anuncio de que el gobierno dobló las manos ante la inoperancia de la mano invisible del mercado para acercarle los productos que satisfagan las necesidades de consumo básico a la población. Pero es evidente que no es así. Más bien es una especie de salida por la tangente. Una medida desesperada que no va a la esencia del problema.
Ir al centro del asunto implica tomar otras medidas de política económica. En primer lugar reconocer que ni el mercado ni el Estado son satanás, y que más bien son espacios de la estructura social que se pueden que se pueden retroalimentar mutuamente. Esto depende del tipo de país según sus orígenes, historia, composición social, perfil empresarial e inserción en la economía internacional. Es decir, ni al mercado ni al Estado se les puede ver sólo en blanco y negro. Inclusive los países más desarrollados como Estados Unidos, Alemania, Japón, por mencionar algunos, hacen un juego de combinaciones de ambas instancias para impulsar el crecimiento y el desarrollo de la nación. Pero en México, sólo parecen tener sentido los dogmas y las descalificaciones, de ahí que siempre la divisa siempre sea, todo o nada, aún cuando la realidad grita que es urgente dicha coordinación.
Sabido es que la canasta básica del mexicano promedio no es muy diversificada. En ese sentido, la elaboración de una canasta alimenticia, con precios realmente congelados, con algún tipo de subsidio por parte del gobierno no es ninguna blasfema contra la pureza del mercado. Por el contrario sería apenas el principio de una política de justicia social, por tantos años postergada.
Quienes están en contra de que el gobierno regule ciertos espacios de la economía, parecen tener la concepción de que el país es una empresa, y que por lo tanto así hay que manejarlo, teniendo siempre en cuenta el estado de pérdidas y ganancias. Pero no lo es.
El Estado es un ente social situado siempre en el corazón de la problemática social. De ahí que debe de coordinar los intereses de las distintas capas sociales, velando siempre por los intereses generales de la nación. El Estado debe de abogar por los equilibrios y no por los desequilibrios que provocan la desigualdad social.
El problema de la escasez de alimentos y el incremento de los precios de los mismos no es sino la punta del iceberg de la situación que viene arrastrando la economía mexicana, de no crecimiento, no generación de empleo y no ingresos suficientes para que la mayoría de la gente tenga una manera digna de vivir. Es el detonante que anuncia otras cosas por venir.
Las políticas públicas y especialmente la política económica requieren de mucha coordinación, que no parece haberla en la estructura del Estado Mexicano. El ejemplo más próximo es el anuncio del incremento de las tasas de interés por parte del Banco de México, cuando desde los Pinos abogaban por bajarlas. Al Banco de México se obsesiona la posibilidad de que los precios suban, mientras que a la presidencia parece quitarle el sueño el aletargamiento del crecimiento económico. Todo esto es una muestra de lo mucho que se esconde detrás del telón, en cuyo frente ahora la escena principal es uno de los temas más acuciantes de toda sociedad: el acceso a los alimentos para vivir. Llegó la hora en que el punto principal son los medios para sobrevivir.

domingo, 22 de junio de 2008

El turismo, MÁS ALLÁ DE HOY

Sostener una relación tan estrecha con Estados Unidos tiene sus consecuencias. Por ejemplo, una de tantas informaciones recientes pone el acento en la caída del turismo fronterizo. El fenómeno es sin duda coyuntural, porque en el largo plazo la presencia de extranjeros en México, y Sonora en particular, es una las tendencias más bien vislumbradas.Información del Banco de México muestra que el gasto promedio por persona en la frontera disminuyó de 38.64 dólares durante el primer trimestre de 2007, a 35.60 dólares en el mismo periodo del año en curso. La disminución fue de 8.5 por ciento.Las razones que se aducen para explicar la baja de visitantes tienen que ver con dos hechos: la disminución en la caída de la actividad económica de Estados Unidos, con la consiguiente disminución en empleos, en los ingresos y en la capacidad de consumo, y la creciente inseguridad en los estados fronterizos, principalmente en Tamaulipas, Sonora y Baja California.De hecho, el turismo y las manufacturas son las actividades que más han resentido la caída del ritmo de la economía estadounidense. Esto, más la disminución de los ingresos por remesas -también asociado con el comportamiento de la economía del vecino país- han dificultado las cosas para México. Dicho de otra manera: son los costos de la sincronía del ciclo económico de México y los estados fronterizos, con el de Estados Unidos.Lo anterior es evidentemente coyuntural, particularmente lo relacionado con el turismo, porque esta es una de las actividades que más bases para el desarrollo tiene en la actualidad. De hecho, es parte de la economía del futuro. Parte de esta tendencia son los llamados baby boomers, que no cesan de llegar a los lugares "paradisíacos" del país.Hablar de baby boomers significa referirnos a la generación nacida entre 1946 y 1964, es decir después de la segunda guerra mundial, que en la actualidad se encuentran en la edad de la jubilación y están buscando hacerse de buenas condiciones materiales para pasar los últimos años de vida. Esto se relaciona con la compra de terrenos y condominios en lugares como Baja California, Baja California Sur, Sonora o San Miguel Allende, en Guanajuato. El potencial de estas personas es grande. Sus sueldos anuales oscilan entre los 75 mil y los 100 mil dólares, y se estima que dentro de 20 años 77 millones de estadounidenses estarán ya en la edad de la jubilación. En esta lógica, cada año llegan a México entre 2,500 y tres mil personas jubiladas con los respectivos gastos de instalación y manutención en el país.Sonora es un lugar de destino. Si bien en la actualidad la mercadotecnia está enfocada a atraer visitantes para Puerto Peñasco, desde hace daños también se les localiza en Álamos, San Carlos, Guaymas, Bahía de Kino y dispersos en algunos lugares de la sierra.Pero por ahora Puerto Peñasco acapara los reflectores, ya que es un municipio de cambios que en pocos años ha modificado su fisonomía a favor del turismo. Ubicado en la confluencia del desierto con el mar, es un lugar que hasta hace unos diez años basaba su principal quehacer económico en las actividades pesqueras, principalmente relacionadas con el camarón. Pero desde principios de los años noventa del siglo recientemente concluido, comenzó a tomar fuerza la construcción de hoteles, condominios, campos de golf y la apertura de comercios y servicios para atender turistas nacionales y extranjeros. De tal manera que, hoy en día, una parte de Puerto Peñasco es otra cosa. Y los promotores del lugar insisten en que lo mejor está por venir. Al lugar ya no sólo se llega en carro o en moto, también se puede hacer en avión; las construcciones de hoy son mínimas, poco más de cinco mil unidades habitacionales, comparadas con las 40 mil que se proyectan para el 2025.Pero si bien es cierto que es el turismo costero y el asociado con actividades inmobiliarias lo que mueve a estos lugares de destino para el descanso, sabido es que también hay otras formas de turismo que habría que estimular. El turismo semirural, por ejemplo, tiene mucho qué ofrecer no sólo para el perfil de los baby boom, sino también para personas del interior del país. La ruta del Río Sonora o la del Padre Kino no han sido suficientemente explotadas para atraer a visitantes. O ¿cuál es el secreto del camino de Santiago de Compostela, en España, para ser un destino de referencia para gente que prefiere formas alternativas de turismo?Otra clase de turismo es la asociada con los aspectos ecológicos. Explotar esta forma puede ser sumamente redituable. El paisaje sonorense donde se funden mar, desierto y sierra, parece ser de los únicos en el mundo, por lo tanto también vendible a millones de personas no sólo de Estados Unidos.En materia de turismo se le podría sacar agua a las piedras, como se hace en otras partes, Arizona por ejemplo. Pero particularmente en Sonora hay una ausencia de cultura de servicio en la gente, que rápidamente acaba con la gallina de los huevos de hora. Una vez que un prestador de servicios comienza a ganar presencia, baja la calidad de los mismos y sube los precios, con lo cual aleja al recién llegado. No hay cultura de la limpieza, esa que sí se suele manifestar cuando se viaja a Estados Unidos. En fin, se trabaja para el día y no para el futuro.Hace años, el regionalismo se presentaba como un gran atributo de la gente. Y en eso el sonorense se "enconchaba" en la carne asada, las tortillas de harina y la cerveza. Hoy que el mundo está tan interconectado, y con él las distintas culturas, se notan demasiado los rezagos en comparación con otras partes del país y de otras naciones, de ahí que haya que revisar las formas de competencia, sobre todo en un campo económico donde lo que se vende son servicios y relaciones humanas.La coyuntura de la crisis en Estados Unidos pronto pasará, y el flujo de llegada de la gente a los estados y municipios de la frontera norte se normalizará. Porque existen de siempre, son costumbre. Lo que se necesita son replanteamientos de largo plazo asociados con mejores servicios e infraestructura. Esto implica voltear los ojos a la realidad con que cuenta: agua, calles, seguridad, normatividad en el uso de la tierra y cultura de atención al visitante. El turismo tiene mucho que dar, pero también exige demasiado.

EL HUERTO DE LA UTOPIAS

¿Dónde se encuentra la luz que ilumina el camino hacia un horizonte distinto para millones de mexicanos? ¿Cuáles son las utopías que alimentan el quehacer de cada día? Las generaciones pasan, y salvo para muy pocos a quienes vida les sonríe, para la inmensa mayoría de las personas el camino es estrecho, de poca luz y sin horizonte claro. Este escenario es obra y gracias de los actores que más influyen en moldear actitudes, conductas y toma de decisiones. Y al parecer de esto nadie se salva. Ni tratándose de negociadores relacionados con asuntos del espíritu, ni tratándose de los encargados de los asuntos de la tierra.
El papa Benedicto II acaba de visitar Estados Unidos. Ataviado con las mejores ropas y joyas el representante de Dios sobre la tierra compartió el pan con el presidente de Estados Unidos, el más sanguinario en la historia de Estados Unidos. El también representante del Estado Vaticano, no parecía inmutarse ante el judas anfitrión.
Pero si hasta el representante de Dios en la tierra comete sus pifias, con más razón los que guían sus pasos por intereses terrenales: los partidos políticos en México no atinan a darle unidad, rumbo y salidas decorosas a los grandes problemas nacionales. No logran incidir positivamente, ni en el ánimo, ni en los hechos de la gente.
De la competencia electoral entre el PRI y el PAN se esperaban cosas mejores para el bien de la nación. Porque acaso no se ha dicho hasta la saciedad el mercado es la mejor opción para depurar y mejorar las cosas. Pues la hipótesis parece no estarse cumpliendo en el caso de los otrora grandes rivales de la arena política mexicana. Ambos partidos nacieron defendiendo causas distintas: el PRI para institucionalizar los logros de la revolución mexicana de 1910 y el PAN para aponerse a las políticas nacionalistas de aquel. El PAN llegó al poder a partir de repudiar las políticas del PRI pacientemente elaboradas e inyectadas a la sociedad mexicana durante setenta años. Pero hoy parecen uno sólo. El PAN hizo un repaso de la historia y rápidamente aprendió que para mantenerse en el poder había que saber de la “cultura política” emanada del PRI. Por eso decidieron, estar juntos, caminar juntos, compartir entre ellos. O sea, comparten el pan, el vino y la sal. Así la utopía del 6 de julio del 2000, rápidamente se esfumó. ¿O qué es lo nuevo? ¿Esther Gordillo? Que pena que las cosas terminen así.
Ante tal desencanto, para millones de mexicanos, la siguiente fuente de esperanza fue la izquierda. Con vigorosidad teórica, diagnósticos profundos y propuestas distintas, todo indicaba que a la izquierda le había llegado la hora de tomar el poder y demostrar en la práctica que sabía gobernar de manera diferente. Pero no pudo. En un trance electoral, que dejó con la duda a millones de electores, no pudo asumir el gobierno. Y con esto se desmoronó la segunda utopía.
Pero aparentemente no todo estaba perdido para la izquierda y su proyecto de nación. Había quedado una estructura para gobernar la capital de la república, y estar presentes en las grandes decisiones del poder legislativo. Pero esta estructura no encontró formas de funcionamiento político que embonaran la vida partidista con la política real que se hace en los escenarios institucionales y poco a poco fueron aflorando diferencias al parecer insalvables que mantienen dos grandes rutas paralelas al parecer sin ninguna posibilidad de convergencia: de un lado los que nada quieren con el “gobierno espurio” y del otro, los que habiendo accedido a posiciones vía el mandato popular, necesariamente tienen que participar en los grandes debates y toma de decisiones en materia de políticas internas y externas. Esta dicotomía es motivo de otro gran desencanto, al no mostrar la izquierda oficio político para participar con éxito en el gran escenario de las instituciones de la democracia.
Pero aquí no acaba el asunto, porque lo que sigue predominando son los disensos y nos consensos. En este sentido, el problema más grave es el asociado con el cambio de dirigencia del partido del sol azteca. Enfrentados en contienda los “negociadores” con los “radicales”, el proceso electoral interno no tuvo un final feliz, a partir de los desaseos de que fueron objeto las elecciones en distintos estados de la república. Así el espectáculo público ha sido para desgano del más optimista militante o simpatizante de la izquierda en el país. Resultó que en el partido donde por décadas se luchó en contra del fraude electoral, también se sabía de esas prácticas y lo más lamentable que bien sabían ponerlas en operación. Se trata, tal vez, del mayor exabrupto cometido por un partido de izquierda en México y en el momento más inoportuno de la historia política, económica y social del país.
Los partidos se asocian con utopías porque son el medio a través del cual la sociedad busca construir un mejor presente y un mejor futuro. Pero para hacerlo posible los propios partidos han sido incapaces de acomodarse en el escenario mundial de la actualidad. Con ello, se muestran incapaces de responder a las expectativas de millones de personas. Que pena, que el tiempo pase y en lugar de avanzar se retroceda. Que pena que nadie riegue el huerto de la esperanza.

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